martes, 21 de marzo de 2017

Bellísimo texto de la querida compañera Paula Fojo con motivo de una nueva conmemoración del 24 de Marzo. Todos los dÍas me acompaña una sombra, una sombra que me invita salir a buscar el pan de mis hijos, que me lleva a sentarme a leer en el banco del patio, me ayuda a alzar a mis nietos en mis piernas y jugar con ellos... esa misma sombra me dice que no me olvide de medicar a mi hija que ha estado internada tanto tiempo. Y la tomé de la mano, después de saber que Floreal no ha de regresar, que lo empalaron, no puedo dormir sin pastillas, la sombra que me lleva a lo profundo de mi mente y se topa con esos negros ojos clamando justicia. La misma sombra que se emborracha conmigo en las navidades, y eso que ni ella y yo creemos en dioses pero percibimos que hay algunos escondidos detrás de algunas plantas y ciertos humos, la sombra que me aplaudió efusiva cuando logramos actuar en los sótanos, con parte del público de los servicios de inteligencia (que no se aviven que sabemos, por que sino los cambian y nos vamos a confundir), la sombra que me contó que había un ángel que de ángel no tenía nada, que Azucena tenía la valentía de una leona, que las monjitas francesas realmente eran amantes de Cristo, la sombra que me grita en esos días de terror en donde se me estrujan las tripas recordando la picana y me dice: ¡Andate cuerpo miserable,esqueleto frágil, corazón crispado ,alma acribillada!... mi sombra que goza cuando soy amada/do... mi sombra que juega con la espuma del mar entre sus dedos y sonríe abstraída... mi sombra que grita consignas en las plazas, clamando justicia... esa sombra que los 24 de marzo me deja sin compañía, perdida, absorta y desorientada entre la multitud, buscando, buscándote, queriendo saber dónde estás, quién te llevó, si estás vivo o muerto si aún la esperas... y yo sin ella soy uno más, mi sombra deja de ser sombra cuando es 24, se calza la memoria, se peina con utopía, lleva un pañuelo alado que de tan puro brilla, regresa a la fuente que nutrió sus ideales y su cuerpo, regresa a sus madres y abuelas , las acaricia por dentro, le susurran palabras valientes les dan el coraje infinito para seguir caminando, para seguir la lucha, luego nos asechan, nos recuerdan que por ellos andamos, que por porvenir soñamos amamos, vivimos. ¡Memoria, verdad, y justicia!. Paula Edith Fojo

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